Póngame un café y la revolución

Salud mental empaquetada en mindfulness

Abres Instagram y te pones a ver reels de gatitos, porque para algo has educado al algoritmo. De repente, aparece: "Recupera tu paz mental en 10 días con nuestro curso online. Solo 199€". Diez días. Doscientos euros. Paz mental garantizada.

¿No os ha pasado que se os ha colado un anuncio de este estilo en medio de la rutina? Hoy en día, parece que la salud mental se ha convertido en un negocio de moda. Psicólogos online, meditaciones para combatir el estrés que te provoca tu trabajo, todo por suscripción mensual como si se tratase de Netflix, como si esto te fuera a salvar y no la abolición del capitalismo. Libros de autoayuda que prometen la fórmula del éxito por 35€, velas con frases motivacionales, terapias exprés por videollamada e influencers que ofrecen talleres de "amor propio" y que agotan las entradas en cuestión de horas.

Mientras tanto, pedir cita con un psicólogo en la sanidad pública puede suponer meses de espera e incluso a veces es imposible poder optar a ella. La otra opción, pagarte la terapia en la privada, lo cual es un lujo al alcance de unos pocos.

Así que nos queda consumir paquetes de bienestar en TikTok o Instagram, instalar aplicaciones que dicen que nos harán mejores. Pero si no mejoras es tu culpa, porque no has comprado la suscripción premium de 200€ al año.

Lo curioso es que nadie culpa al sistema, que es el que nos genera ansiedad y malestar mientras nos vende sus remedios en forma de consumo. Jornadas laborales interminables, jefes que agobian, alquileres imposibles, hipotecas eternas... Es la precariedad la que no nos deja dormir tranquilas. Como parche, una app que nos recuerda realizar todas las noches una meditación guiada y que respiremos profundamente. La precariedad no se soluciona pagando una suscripción, ni la incertidumbre desaparece escribiendo "yo puedo con todo" diez veces cada día en un cuaderno.

No digo que no pueda ayudarte una sesión de meditación que realices a diario con una app. Lo que cabrea es que se esté haciendo negocio con la salud mental y poniendo un precio al bienestar al que no todo el mundo puede acceder.

Mientras tanto, de lo que menos se habla es de la realidad. La falta de recursos públicos, los meses de espera, los trabajos que explotan. Nos venden calma, pero no derechos. Nos venden resiliencia, pero no soluciones.

La verdadera revolución no está en la app más cara ni en el curso de diez días. Está en exigir un sistema que cuide a las personas, en hablar de lo que duele, en reivindicar espacios donde la salud mental sea un derecho y no un producto de moda. Solo así podremos dejar de meditar para sobrevivir y empezar a vivir de verdad.

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Comments
  1. Bettie — Aug 20, 2025:

    En muchos casos se usa la terapia como un confesionario laico. Vamos, charlamos, pagamos la penitencia y ya estamos listos para habitar este infierno una semana o quince días más, hasta que llegue el paraíso prometido (sea el cielo, sea la paz mental). A nadie se le ocurre convertir el infierno terrenal en un lugar del que no queramos huir. (Bueno, no a nadie, pero ya me entiendes)

    Hace poco se generó un debate por la abolición de la psicología y salieron muchas voces airadas a defenderla. Pues bueno, hay personas que, desde la psicología, intentan mejorar el sistema, pero en términos generales, la psicología apuntala el sistema individualizando el malestar y haciéndonos responsables de él.

    "Cambiarse a uno mismo antes que a la fortuna", que decía Descartes.

    En fin. Perdón por la turra.