Póngame un café y la revolución

Racismo

España… O más bien: íberos, celtas, tartesios, celtíberos, griegos, fenicios, cartagineses, romanos, suevos, alanos, visigodos, árabes, bereberes, muladíes, mozárabes, judíos… Y ahora es cuando te invito a hacerte un test de ADN si sigues pensando que tus genes son puramente españoles.

Conociendo nuestra historia, y sabiendo que nuestros antepasados tuvieron que emigrar a Argentina, Alemania o Francia para buscarse la vida, incluso en la época de la crisis en la que nuestros jóvenes tuvieron que marcharse porque aquí no había trabajo, resulta curioso que vivamos en una sociedad tan cerrada hacia lo diferente. Y, aun así, repetimos los discursos que en otros países nos han dolido, como en Inglaterra, donde a los españoles les insultan y les dicen que “les quitan el trabajo” o nos llaman despectivamente spaniards. Aquí, los autoproclamados patriotas salvadores de la españolidad vienen con el mismo discurso contra los migrantes. ¿No os parece hipócrita?

Pero ojo, que en nuestros círculos también caemos en ese error. Tras los altercados de Torre Pacheco, caímos en un discurso racista intentando defender a los migrantes justificando que muchos trabajos los hacen ellos porque los españoles no quieren. ¿Qué pasa? ¿Solamente esas personas pueden realizar ciertos trabajos porque son migrantes? ¿Y por qué no medicina, arquitectura, informática, electricidad, conducir un autobús o ser la tienda de confianza de tu barrio? ¿Solamente pueden estar explotados por unos míseros euros a la hora en el campo, a pleno sol? Queridas, eso es racismo.

Son personas con los mismos derechos a vivir y tener una vida digna como cualquiera de nosotras. Personas que enriquecen nuestra cultura, que hacen que España mejore y, por eso, es importante que un papel diga que tengan plenos derechos. Que tengan derecho a una educación como la hija de tu vecina Paca, que hizo una licenciatura, o como si quiere ser cajera del súper dos calles más allá. Pero que tengan un salario digno, que cobren lo que les corresponde, no que el hostelero de turno, con su banderita en la muñeca, les pague cuatro duros la hora y les dé de alta media jornada cuando curran más de 12 horas; o la trabajadora del hogar a la que ni dan de alta mientras se les llena la boca hablando de España y votan a la extrema derecha. Eso es lo que hay que perseguir, lo que hay que denunciar. Porque un país crece cuando es justo, diverso y multicultural. Y eso solo se logra si desmontamos el discurso fácil del racismo.

Así que, queridas, demos una vuelta a nuestros pensamientos y no caigamos en el discurso racista fácil. Ojalá normalicemos que Amira sea una gran jefa de proyecto en una multinacional, que Farid sea tu dentista de confianza, que Dayana tenga un restaurante de éxito en el centro de la ciudad. Y dejemos de asociar la palabra “temporero” con un color de piel.

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Comments
  1. Anonymous — Aug 11, 2025:

    Me han gustado muchísimo las primeras líneas, en modo recuerdo porque siempre el ser humano ha ido de un sitio a otro en busca de algo, y seguirá así. Otro punto también que me ha encantado, a veces olvidamos que las personas migrantes son SERES HUMANOS con sus derechos y que no son robots (mano de obra). Ojalá que haya más personas que piensen como tú porque la Humanidad lo necesita