Póngame un café y la revolución

La izquierda, la juventud y el deber de volver a escuchar

Noviembre del 2012. Recuerdo ese día perfectamente: el calor, el cansancio, lo mucho que caminé. Era 14 de noviembre, la última huelga general en defensa por los derechos laborales hasta el día de hoy. Desde entonces, solamente se han convocado paros parciales y algún sindicato anarquista se ha atrevido a convocar huelgas de 24h.

Pues como decía, noviembre de 2012. No sabéis el calor que pasamos, y eso que era noviembre. Por la mañana hubo huelga estudiantil, aunque yo de aquellas era una becaria: con un sueldo ridículo y jornada reducida. Por la tarde fue la manifestación de trabajadoras y estudiantes, y allí estuve también, con los pies destrozados pero con la convicción intacta.

Recuerdo ese día en especial porque me junté con unos amigos comunistas para ir a la huelga. Yo de aquellas no militaba en ningún colectivo, aunque estaba empezando a salir con alguien que estaba metido en esos círculos. Uno de mis amigos intentó convencerme de que me uniera a su organización en lugar de la de mi pareja. Al final le hice caso a mi ex, y no me arrepiento.

Yo ya llevaba muchos años inquieta por la política. La mayoría de mis amigos estaban o habían estado militando en algún colectivo de izquierdas, y yo sentía que debía de dar el paso. Después de esa huelga, me afilié a las Juventudes Comunistas. Hoy sigo en el partido y en Izquierda Unida, con varias responsabilidades. Algunas, incluso, importantes.

Recuerdo perfectamente aquellos años en las juventudes: el movimiento estudiantil que se movía en mi ciudad, las plataformas por los derechos LGTBIQA+, las asociaciones ecologistas, republicanas, feministas... en definitiva, todo el movimiento post 15M que nació aquí. Hoy hecho la vista atrás y me duele ver que muchas de esas asociaciones y plataformas han desaparecido. El movimiento estudiantil está casi muerto. Y da rabia, mucha rabia. La juventud hoy en día está desmotivada: ya no lucha, ya no sale a la calle a gritar por sus derechos. Cada vez son menos, mientras los discursos de odio, racistas y fascistas, se abren paso.

¿Qué está pasando? Algo estamos haciendo mal desde la izquierda para que parte de la juventud escuche ideas reaccionarias y populistas: que el enemigo son las personas migrantes, que hay que “ser patriota”, que los derechos de las mujeres no existen. Cuando la juventud tiene un grave problema: trabajos precarios, la vida cada vez más cara y el acceso a la vivienda es prohibitivo, incluso de alquiler. Prefieren una bandera a un sueldo digno. Quieren oprimir el derecho al aborto y la libertad de las mujeres, pero no pueden pagar un alquiler. No ven los problemas reales. Ven la basura que les meten por los ojos los youtubers e influencers que, además, ni siquiera pagan impuestos en su amada patria.

Desde la izquierda lo estamos haciendo mal, y lo digo sin miedo a reconocerlo. Tras el 15M elevamos tanto el discurso que nos alejamos de la realidad cotidiana. Nos enredamos en debates que la juventud actual no entiende o siente lejanos. Tal vez nos tenemos que dar cuenta de que hay que empezar desde cero, reconstruir el vínculo desde lo más básico y aprender a llegar a esas generaciones. Trabajar en la problemática real que tienen, nosotras aprender a comunicarnos en su idioma, entender su forma de ver el mundo.

Suena difícil, lo sé, pero no hay que perder la fe. A veces basta un pequeño gesto para recuperar las ganas. En la última fiesta del partido, un chaval de 15 años se acercó a nuestro puesto con sus padres. Me preguntó cómo podía formarse y participar. Era muy joven para poder militar, pero se fue con una recomendación: una bonita lectura de Politzer para empezar su formación. Quién sabe, quizá algún día sea un buen cuadro comunista.

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Comments
  1. Bettie — Oct 21, 2025:

    Puede que la izquierda no lo esté haciendo bien, pero ese discurso a mí me parece demasiado simplista. ¿Lo está haciendo mejor la ultraderecha? Les está vendiendo humo. Y tiene éxito porque lo que ese discurso vende es que la culpa siempre es de otro. La izquierda exige esfuerzo y, de un tiempo a esta parte, reconocer privilegios, ampliar la mirada, reconocer que se forma parte de dinámicas problemáticas (más o menos conscientemente). Claro que es mucho más atractivo que te digan que tú eres un rey, mastodonte, faraón y que la culpa de que no te vaya bien es del feminismo, que lava el cerebro a las chicas, y de los inmigrantes que reciben paguitas mientras tú no y blablabla.

    Puede que el discurso pueda hacerse mejor, pero hay mucho ahí de sesgo cognitivo y de desubicación juvenil, mayormente masculina.